Desde finales de los años noventa se han ido produciendo en la creación artística cambios fundamentales en la forma de percibir, experimentar y utilizar el espacio.

Pongamos como ejemplo: el contexto conceptual y físico de la propia galería; el más amplio contexto social de la ciudad, región o país donde las exposiciones tienen lugar; el estudio como un espacio productivo; el espacio expositivo como un “marco” mucho más amplio; la referencia al ámbito de lo urbano como hábitat; la presencia de la naturaleza y el paisaje percibidos como sensación de pérdida y lejanía, o bien como entornos todavía próximos y reales; nuestra propia respuesta corporal a los espacios y las obras que contienen; el espacio virtual a través del cual nos llega la mayoría de la información...

Todos éstos aspectos se han convertido en parte integrante de las obras, siendo utilizados por los artistas actuales, como cualquier otro material.

Esta formulación activa del espacio en que vivimos, ésta definición del tiempo y del lugar, manejados hoy de una forma mucho más vital y necesariamente autoconsciente son, juntamente, con todos los factores expresados anteriormente, los que en la actualidad forman el espacio “representacional” del arte.

No quisiera dejar de hacer referencia, en esta mi visión de los cambios sufridos en la percepción del espacio, a esos otros “espacios”, más esquivos, de lo “cotidiano”, de la “identidad”, e incluso de la “diferencia”. Todos los cuales afectan a nuestra comprensión del arte y son utilizados por los artistas para reforzar sus obras conceptualmente. Por esto, con el término “espacialidad” no me refiero solamente a un sentido del contexto como se entiende normalmente, sino también a esa más amplia y casi indefinible noción de “espacio mental”.

Los artistas seleccionados para ésta Bienal desafían los límites entre percepción y conocimiento, interesándose por el proceso de lectura, de aprendizaje, que del espacio realiza el visitante, y sobre la manera en que la memoria y el conocimiento le influyen, para tratar de establecer un contacto directo con el espectador y comprometerle con el espacio.

En un tiempo en el que constantemente se habla de la no existencia de diferencias en la naturaleza de los intereses y de las influencias entre los jóvenes artistas, en el que los términos globalización y homogeneización suenan a pérdida y amenaza; esta Bienal creo que será el lugar para ver y experimentar como el arte sigue siendo el “espacio” donde descubrir las características locales, nacionales y sobre todo individuales; donde posibilitar la complejidad y manifestar la diferencia.